Animal Bank en la COP16 ¡Participación en un evento clave para la biodiversidad!
Estamos emocionados de participar activamente en la COP16, uno de los eventos globales clave para…
Cada año entre diciembre y febrero, las temperaturas en la región aumentan y los suelos se llenan de restos vegetales que ya están secos, lo que origina incendios en la Amazonía. Iván Salazar, Fundador de La Reserva El Danubio, comparte que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), “el bioma Amazónico viene sufriendo por estas semanas incrementos considerables en la temperatura, por lo que, en los departamentos del Putumayo, Caquetá, Guaviare y parte del Meta, se vienen incrementando los incendios”.
Estos tipos de quemas son producidas por varios factores. Para Julio Rozo, director de Amazonía Emprende, el primer factor se deriva de una costumbre cultural “se ha utilizado la quema de residuos agrícolas y forestales en los territorios con el objetivo de generar nutrientes en el suelo para el siguiente ciclo de cultivos. No obstante, lo que las personas del sector no comprenden, es que, pese a que esta es una actividad cultural, en lugar de recuperar la fertilidad del suelo, lo que están haciendo es deteriorarlo a mediano y largo plazo”. Rozo asegura que los campesinos están realizando quemas para cultivos con bajo sustento técnico y un alto desconocimiento de los impactos a futuro, y sustentando la idea anterior, Salazar confirma que, “otra razón por la que se realizan estas actividades es para quemar la vegetación cortada en diciembre. Para enfrentar esta situación y erradicar estas prácticas, es importante socializar y fortalecer con las Juntas de Acción Comunal planes ambientales para la zona de la Orinoquía y Amazonía, y así, educar acerca de las consecuencias que esto conlleva.”
El segundo motor, complementa Rozo, es “la deforestación que se origina en la ilegalidad ocasionada por falta de gobernanza en estos territorios. Los colonos ilegales, mafias ocultas con grandes capitales, le pagan a campesinos locales para realizar quemas y después motivar la apropiación indebida e ilegal en territorios donde no hay regulaciones”.
Por último, la misma naturaleza es el tercer factor, añade Rozo, pues la mayoría de los incendios ocurren por las temperaturas extremas causadas por el cambio climático. Además, es común encontrarse diferentes residuos, como vidrios o latas, en los suelos del territorio que expanden considerablemente las quemas, pues son materiales que las propician.
Lo que más preocupa de esta situación, es el alto desconocimiento sobre el impacto y las consecuencias que conlleva la deforestación y las quemas en términos de cambio climático en el ámbito local. Como lo explica Rozo, “la semana pasada, justo hablaba con habitantes del territorio sobre lo que podría suceder en el año 2050 si se continúa con las emisiones de gases de efecto invernadero, las quemas y la pérdida del recurso hídrico en los nacimientos. De inmediato, un campesino me dijo que si él hubiera tenido esa información antes, nunca hubiera realizado estas quemas en su sector y que, a partir de ese momento, lo dejaría de hacer.”
Por su parte, Salazar considera que para acabar con los incendios en la Amazonía se requiere, de manera urgente, la implementación de un plan para activar los programas de gestión de riesgo en varias zonas. “Es inadmisible que en Colombia no se cuente con un proceso de reacción inmediata ni un sistema aerotransportado para sofocar los incendios”. Para el propietario el panorama resulta preocupante, pues esta es una de las principales causas de deforestación en el país y tratar de prevenirlos debe ser una prioridad, para evitar grandes pérdidas en los ecosistemas cada año.
Hoy hacemos poco y hay algo que sí podemos celebrar y es el interés por actuar por parte del sector privado, afirma Rozo. “Estamos hablando de un momento de urgencia donde hay que caminar de forma rápida. No más pañitos de agua tibia, es hora de movilizar recursos, no solo millones sino billones de pesos por parte del sector privado, del sector público y de cooperación internacional, para poder hacerle frente a esta crisis”.
Considera, además, que “necesitamos conectarnos más con el territorio y pasar de la intención de querer hacer algo a la acción, empezar a generar una movilización de recursos. Recursos de compensación de huella de carbono y de generación de cadenas de valor de productos amazónicos para darle más importancia al bosque”.
Para Salazar, el llamado es a ”evitar las fogatas en zonas de bosques, cultivos o pastos, a no dejar colillas mal apagadas y a hacer el respectivo reporte a las autoridades en caso de ocurrencia de incendios. Estos eventos se presentan cada vez con mayor frecuencia e intensidad, e impactan de manera importante a los ecosistemas que son clave, no solo para la supervivencia de las especies de flora y fauna, sino del propio hombre”.
Ambos coinciden en que debemos trabajar en educar y generar mucha más conciencia desde lo local, instaurar más gobernanza con el Estado y, sobre todo, generar más movilización de recursos económicos con el sector privado, porque falta financiación para la conservación y la restauración de ecosistemas, hecho que puede ayudar a evitar este tipo de incendios en la Amazonía.
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